viernes, 10 de mayo de 2024

El conflicto en Israel y Gaza no es una guerra cultural: dejad de dibujarlo como si lo fuera

En la actualidad, cualquier tema de debate parece estar enmarcado en la “guerra cultural”. La objetividad y el razonamiento han dado paso a una polarización extrema, donde las posiciones se toman no en función de argumentos sólidos, sino más bien como si se tratara de un partido de fútbol. La identidad personal y las afiliaciones culturales influyen en la posición que uno debe adoptar.

El Conflicto en Oriente Medio

El conflicto entre Israel y Palestina ha sido especialmente afectado por esta dinámica. Ambos lados buscan adeptos no tanto por sus acciones, estrategias o metas, sino por la identidad que representan. Esto ha llevado a situaciones absurdas, como la creación del movimiento de Transexuales por Palestina o la defensa de la estrategia militar de Israel basada en argumentos como “somos la única democracia en Oriente Medio” o “en Palestina no toleran a los homosexuales”.

La Trampa de las Redes Sociales

Aunque esta polarización parece funcionar en las redes sociales, tiene una debilidad fundamental. Las guerras culturales no se ganan; más bien, perpetúan la división. Los países que se han polarizado de esta manera a menudo terminan con elecciones reñidas cada cuatro años. Los gobiernos resultantes, aunque obtienen una mayoría mínima, excluyen a la otra mitad de la población y generan un gran descontento durante su mandato.

Convencer a la mayoría silenciosa

Recurrir a esta crispación para argumentar a favor de un postulado recuerda el antiguo refrán: “No discutas nunca con un idiota, o acabarán pensando que el idiota eres tú”. La mayoría silenciosa, compuesta por personas que se horrorizan tanto por los eventos del 7 de octubre en Israel como por lo que está ocurriendo en Gaza en la actualidad, observa con incredulidad cómo algunos defienden la actuación de Israel con argumentos superficiales. Por ejemplo, se menciona que “Israel defiende a los transexuales” como si eso justificara cualquier acción en nombre de la democracia liberal. Al mismo tiempo, Hamás, una organización que aterroriza a su propia población y muestra poco respeto por la vida de niños, ancianos y jóvenes, desfila con movimientos LGTBIQ+ en universidades europeas y norteamericanas.

La Búsqueda de la Razón en un Mundo Caótico

A pesar de la locura que parece haberse apoderado del mundo, debemos seguir defendiendo la razón. Israel tiene motivos legítimos para continuar su lucha contra Hamás, comenzando por su deber de proporcionar seguridad a su población. Sin embargo, no es un blanco perfecto y no merece todos los ataques que recibe de aquellos que piensan que están del lado correcto. Israel no es un genocida, no viola el derecho internacional ni ataca indiscriminadamente a la población civil. Aun así, algunas de sus defensas suenan a cliché.

La Responsabilidad Compartida en las Guerras

En las guerras, siempre hay responsabilidad tanto en quien lanza las bombas como en quienes las sufren. Las llamadas de aviso a la población para evacuar, aunque en teoría son válidas, pierden credibilidad cuando la franja de Gaza ha sido devastada y no queda un lugar seguro al que huir. Hamás comparte gran parte de la culpa, pero no podemos ignorar la responsabilidad de quienes toman decisiones militares.

Convencer a los Actores Racionales

La tarea no es convencer a los trolls de Twitter, sino a líderes como Biden, Sunak y Macron. Estos actores racionales conocen la realidad en Israel y Oriente Medio, pero también deben responder ante sus electores. Necesitan argumentos sólidos para justificar su apoyo a Israel. Las imágenes de la masacre del 7 de octubre pueden no ser suficientes para persuadirlos.

El Futuro y la Diplomacia

No es justo comparar la situación de mujeres y gays en el mundo árabe con un hipotético estado palestino. No todos los palestinos son Hamás, y la cultura palestina no es tan radical como la de los Ayatolás. Hace años, era posible imaginar una Palestina libre y liberal, pero los regímenes autoritarios de la región no estaban interesados en esa idea.

La normalización de relaciones entre Israel y países árabes moderados, como Emiratos y Arabia Saudí, es clave para la paz y la prosperidad futura. Hamás e Irán intentaron socavar esos acuerdos con su ataque brutal a Israel. A pesar de todo, los países musulmanes moderados desean que Hamás sea derrotado, pero también deben considerar la opinión pública y evitar un exceso de violencia en Gaza. La diplomacia debe trazar una hoja de ruta para la posguerra, sin un reconocimiento inmediato de dos estados, de momento inviable, pero con un horizonte más positivo, y que se entienda que el objetivo de Israel no es acabar con los palestinos sino  acabar con Hamás y poder avanzar como sociedad sin tener que esconderse cada 10 minutos en los refugios.