En la actualidad, cualquier tema de debate parece estar
enmarcado en la “guerra cultural”. La objetividad y el razonamiento han dado
paso a una polarización extrema, donde las posiciones se toman no en función de
argumentos sólidos, sino más bien como si se tratara de un partido de fútbol.
La identidad personal y las afiliaciones culturales influyen en la posición que
uno debe adoptar.
El Conflicto en Oriente Medio
El conflicto entre Israel y Palestina ha sido especialmente
afectado por esta dinámica. Ambos lados buscan adeptos no tanto por sus
acciones, estrategias o metas, sino por la identidad que representan. Esto ha
llevado a situaciones absurdas, como la creación del movimiento de Transexuales
por Palestina o la defensa de la estrategia militar de Israel basada en
argumentos como “somos la única democracia en Oriente Medio” o “en Palestina no
toleran a los homosexuales”.
La Trampa de las Redes Sociales
Aunque esta polarización parece funcionar en las redes
sociales, tiene una debilidad fundamental. Las guerras culturales no se ganan;
más bien, perpetúan la división. Los países que se han polarizado de esta
manera a menudo terminan con elecciones reñidas cada cuatro años. Los gobiernos
resultantes, aunque obtienen una mayoría mínima, excluyen a la otra mitad de la
población y generan un gran descontento durante su mandato.
Convencer a la mayoría silenciosa
Recurrir a esta crispación para argumentar a favor de un
postulado recuerda el antiguo refrán: “No discutas nunca con un idiota, o
acabarán pensando que el idiota eres tú”. La mayoría silenciosa, compuesta
por personas que se horrorizan tanto por los eventos del 7 de octubre en Israel
como por lo que está ocurriendo en Gaza en la actualidad, observa con
incredulidad cómo algunos defienden la actuación de Israel con argumentos
superficiales. Por ejemplo, se menciona que “Israel defiende a los
transexuales” como si eso justificara cualquier acción en nombre de la
democracia liberal. Al mismo tiempo, Hamás, una organización que aterroriza a
su propia población y muestra poco respeto por la vida de niños, ancianos y
jóvenes, desfila con movimientos LGTBIQ+ en universidades europeas y
norteamericanas.
La Búsqueda de la Razón en un Mundo Caótico
A pesar de la locura que parece haberse apoderado del mundo,
debemos seguir defendiendo la razón. Israel tiene motivos legítimos para
continuar su lucha contra Hamás, comenzando por su deber de proporcionar
seguridad a su población. Sin embargo, no es un blanco perfecto y no merece
todos los ataques que recibe de aquellos que piensan que están del lado
correcto. Israel no es un genocida, no viola el derecho internacional ni ataca
indiscriminadamente a la población civil. Aun así, algunas de sus defensas suenan
a cliché.
La Responsabilidad Compartida en las Guerras
En las guerras, siempre hay responsabilidad tanto en quien
lanza las bombas como en quienes las sufren. Las llamadas de aviso a la
población para evacuar, aunque en teoría son válidas, pierden credibilidad
cuando la franja de Gaza ha sido devastada y no queda un lugar seguro al que
huir. Hamás comparte gran parte de la culpa, pero no podemos ignorar la
responsabilidad de quienes toman decisiones militares.
Convencer a los Actores Racionales
La tarea no es convencer a los trolls de Twitter, sino a
líderes como Biden, Sunak y Macron. Estos actores racionales conocen la
realidad en Israel y Oriente Medio, pero también deben responder ante sus
electores. Necesitan argumentos sólidos para justificar su apoyo a Israel. Las
imágenes de la masacre del 7 de octubre pueden no ser suficientes para
persuadirlos.
El Futuro y la Diplomacia
No es justo comparar la situación de mujeres y gays en el
mundo árabe con un hipotético estado palestino. No todos los palestinos son
Hamás, y la cultura palestina no es tan radical como la de los Ayatolás. Hace
años, era posible imaginar una Palestina libre y liberal, pero los regímenes
autoritarios de la región no estaban interesados en esa idea.
La normalización de relaciones entre Israel y países árabes
moderados, como Emiratos y Arabia Saudí, es clave para la paz y la prosperidad
futura. Hamás e Irán intentaron socavar esos acuerdos con su ataque brutal a
Israel. A pesar de todo, los países musulmanes moderados desean que Hamás sea
derrotado, pero también deben considerar la opinión pública y evitar un exceso
de violencia en Gaza. La diplomacia debe trazar una hoja de ruta para la
posguerra, sin un reconocimiento inmediato de dos estados, de momento inviable,
pero con un horizonte más positivo, y que se entienda que el objetivo de Israel
no es acabar con los palestinos sino acabar con Hamás y poder avanzar como sociedad
sin tener que esconderse cada 10 minutos en los refugios.